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¡¡EMPEZAMOS!!
Leed atentamente esta historia incompleta.
LA PULSERA
Un joyero venía observando ya durante un tiempo, cómo una niña se detenía delante del escaparate de su establecimiento y se quedaba mirando una bonita pulsera de oro. Así pasaron varias semanas hasta que, un día, la niña se decidió a entrar:
-¡Hola! -dijo la pequeña.
-¡Hola! -contestó educadamente el joyero-. ¿En qué puedo ayudarte?
-¿Me puede usted enseñar esa pulsera que hay en el escaparate, la dorada?
-Claro que sí -le respondió.
La niña la cogió y comencaron a temblarle las manos mientras la acariciaba con sus dedos. En ese momento el joyero pudo ver cómo unas lágrimas de emoción brotaban de sus ojos.
-Es que me gustaría regalársela a mi madre, pues hoy es su cumpleaños y me está ayudando mucho en mis estudios. Se pasa el día trabajando, y cuando llega cansada por la tarde se queda conmigo haciendo los deberes hasta que consigo entenderlos.
-Sí, seguro que le encantará, es preciosa -le contesta el joyero.
-¿Cuánto vale? -preguntó la niña.
-¿Cuánto tienes? -le respondió el hombre.
La niña sacó una pequeña bolsa repleta de monedas y las dejó sobre el mostrador.
-Es que he estado ahorrando mientras muchos meses.
-Bien, veamos qué hay por aquí... -contestó el joyero mientras contaba el dinero- a ver... ¿no tienes más nada, pequeña?
-Bueno, sí, espere... -dijo mientras metía sus manos en los bolsillos y continuaba sacando varias monedas más, un pequeño billete arrugado, un anillo de plástico, un coletero rosa y dos caramelos de fresa.
-A ver... creo que sí, creo que con esto será suficiente -le respondió el joyero mientras recojía todo lo que la niña había dejado en el mostrador- ¿Quieres que te la envuelva para regalo?
-¡Sí, sí! -exclamó la niña ilusionada. Tras unos minutos, el joyero le dió el paquete y la pequeña se llevó la joya.
A la mañana siguiente, la madre de la niña entró en el establecimiento